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Mi primer paso y mi ancla

Voluntad, motivación o entusiasmo. Ninguna es tan poderosa como la consciencia de uno mismo en el momento presente.

Voluntad, motivación o entusiasmo. Ninguna es tan poderosa como la consciencia de uno mismo en el momento presente.

Siempre me he creído una persona muy responsable y sumamente comprometida con las tareas que se me asignaban profesionalmente  o con cumplir mi palabra a quien se la había dado.

Me sigo definiendo como una persona muy pendiente de mi negocio, clientes, proyectos, compromisos, correo electrónico. Eso indudablemente me ha llevado a tener el reconocimiento de las personas y su aprecio. También me ha dado el titulo de ser una persona confiable y leal. Estoy muy orgullosa de que así sea.

Pero hace tres años me di cuenta que por muchos años no estaba siendo confiable ni leal conmigo misma, me traicioné y auto-saboteé cientos de veces. Me dije muchas veces que iba a ser una cosa por mi y no la hice. Que ya no iba a hacer otras y continué. En otras ocasiones ni siquiera me detuve a pensar si la forma en la que me sentía podía ser diferente.  Estaba claro que en ese entonces no me estaba valorando. Vamos! ni siquiera me acercaba al valor que le daba a mi trabajo y a los demás.

Hoy, ya no es más así. Mantengo un sano balance entre mi salud,  el desarrollo personal, la familia y lo profesional. Pilares que para mi, en esta etapa de mi vida son los más importantes.

UNA COSA A LA VEZ

Como muchos ya saben, mi primer paso fue mejorar mi salud. Me había quedado muy claro que sin salud no hay nada. Que sin salud todo lo disfrutaba a medias, lo sentía a medias, lo vivía a medias. Yo ya no quería nada a medias. También había aprendido que mi estilo de vida y mi estado de salud no solo física si no mental y emocional tenían la fuerza de impactar directa e indirectamente en la salud y la calidad de vida de los que me rodeaban.

MI ANCLA

¿Cómo logré dar ese primer paso? ¿Qué hice para mantenerme y no moverme si no era para adelante? Siendo sincera, tuve que buscar un ancla.

Así que, cuando tuve la intención de cambiar lo que yo sabia que no le estaba haciendo bien a mi cuerpo por algo que si lo hiciera, hice un compromiso con alguien. Obviamente, no fue conmigo misma. Después de todo, yo era mejor cumpliendo mis compromisos con los demás.  En ese entonces me comprometí con la memoria de un ser querido.

Mis primeros cambios fueron en la alimentación y la actividad física porque era de lo que más tenia conocimiento —Jamás lo hice con la intención de bajar de peso — había leído que cambios en esos dos, podían ayudarme a deshacerme de la gastritis, la colitis, el estreñimiento, la inflamación, el estrés, el insomnio, la ansiedad, prevenir las enfermedades crónico-degenerativas y todo lo demás que no me hacia parecer una persona saludable.

EL COMPROMISO

Recuerdo que  inicie por caminar en las mañanas – Me había comprado una caminadora, aún y con la mirada incrédula de mi esposo, después de todo no era la primera vez que decía una cosa y hacia otra – todas las veces que desperté quería quedarme viendo la televisión o hacer todo, menos caminar. Pero cada que me decía: “ahorita no, mejor al rato o mañana” Me levantaba de inmediato, me iba directo a la caminadora sin distraerme ni siquiera en cambiarme, —  las primeras veces camine descalza y en pijamas —   me subía y a caminar. No pasaban más de 10 minutos y ya quería bajarme. Entonces, llegaba el momento de usar mi ancla. Cerraba los ojos, me agarraba de los brazos de la caminadora, alzaba mi vista y me repetía: Hiciste un compromiso con alguien. Puedes continuar, hazlo!

Y no era que estuviera corriendo ni siquiera me sentía cansada. Simplemente sentía un aburrimiento, una sensación de: es más divertido ver la televisión, trabajar en la laptop o incluso limpiar la casa. Cosas que ya eran un hábito. Claramente moverme y hacer ejercicio no lo eran.

ACEPTAR MI VERDAD SIN EXCUSAS

Así pues,  tuve que aprender a estar alerta de mis pensamientos.  Cuestionar mis decisiones y ser un observador implacable de mis propias acciones. Fue un proceso constante y largo de preguntas y respuestas a mi misma. De cuestionarme cada cosa que pensaba o que hacia. Por ejemplo: Me preguntaba: ¿Por qué en lugar de caminar que es algo que ya sabes que te ayuda, prefieres ver televisión?

Me discipline a dar una respuesta honesta a todo y si no me gustaban mis respuestas entonces me planteaba que tenia que hacer para que mis respuestas fueran diferentes. Por ejemplo: mi respuesta honesta a la pregunta anterior – después de yo misma darme cientos de respuestas convenientes que eran más excusas y pretextos – fue: Estoy acostumbrada a ser victima, culpar a los demás y al entorno,  y quejarme de todos mis males. No quiero asumir el compromiso de hacerme responsable de todo cuanto me sucede. Es muy fuerte, lo sé. Pero fue mi verdad y  hasta que la acepté  lo pude cambiar.

Aceptar mi verdad sin excusas

TODAS LAS RESPUESTAS LAS TENÍA YO

Para la alimentación pasó lo mismo, había veces en las que me decía: No se me ocurre hacer platillos con verduras que no sean ensaladas. Ninguna verdura me gusta. Pero otra vez, estaba ahí mi compromiso y pensaba… Bueno si mi ancla estuviera aquí y  me preguntara como podría aprender cosas nuevas ¿Qué haría yo? Lo más probable es que le ayudaría, le invitaría a buscar en internet o  le regalaría un libro de recetas. Le diría que probara las verduras muchas veces, de a poquito. Ahí estaba de nuevo, yo tenía siempre todas las respuestas.

Con el tiempo y la práctica de la meditación comencé a creer más en mi, a ser honesta, a aceptarme sin juzgarme y mucho menos culparme por nada.

EL ÉXITO

Todo funcionó. Gran parte del éxito fue la información de la que me llené, la ayuda que pedí — aunque no fuera presencial —  y sobre todo cambiar mi manera de pensar.

Con el tiempo y la práctica de la meditación comencé a creer más en mi, a ser honesta, a aceptarme sin juzgarme y mucho menos culparme por nada. Liberé a mi ancla y le agradecí infinitamente la fortaleza que me brindó.

La meditación me ayudó a reconocer que todas mis decisiones han sido buenas porque cada una a sido tomada de acuerdo a lo que sabía. Que la información y las creencias que tengo en cada momento de mi vida, sean mías o no, sean verdad o no, depende de que tantas cosas nuevas aprenda todos los días y que sentido me hagan a mi.  Ahora sé, que si una creencia no me hace sentir bien, no es para mi. Aún y cuando medio millón de personas actué en base a ella, yo haré algo distinto.

SI ALGUIEN PUDO, TÚ TAMBIÉN PUEDES

Ahora te toca a ti. Encuentra tu motivo, da tu primer paso, elige tu ancla y consigue lo que desees. Porque si alguien más pudo, también tú puedes hacerlo.

Alejandra Villarreal F.

Alejandra Villarreal F.

Coach en cambio de hábitos y emprendedora